Te levantas con el tiempo justo.
Vaya pinta que llevas!
¿Desayuno rápido? No, un café y gracias.
Repasas el texto. El papel puede ser tuyo.
¿Look elegante? ¿Informal? ¿Algo de color? ¿Negro? ¿Neutro?.
Sales a la calle. Te vas a comer el mundo.(Si no coges un taxi no llegas).Últimos retoques. Último repaso a tus réplicas.(El nudo en el estómago)
Entras en la sala de espera como quien no quiere la cosa, con esa actitud despreocupada de “a mi no me importa tanto como a ti”.
Mientras que por dentro…
Caras diferentes. Caras conocidas.Eh ¿cómo fue aquello, dónde estás ahora?
Parece que la espera te hace olvidar porqué estás ahí.
Hasta que se acerca tu turno.
Visita al lavabo no sea que tu cara se haya descompuesto de golpe y tú sin enterarte.
Cigarrito fuera. Sonrisas aquí y allá mientras repasas mentalmente intentando disimular.
Ya.
Entras.
Intentas parecer simpático pero tampoco demasiado (qué lío).
Te explican.
Lo haces.
Te despides y sales.
Tus primeros pasos en la calle no tienen rumbo
Y mientras descubres mil maneras de bordar lo que te pidieron.
Ignoras que, una vez más,un trocito de tu alma se ha quedado entre nosotros.
Muchas gracias a Daniel Sesé e Ivana Niño.
